El poder por un día

La democracia, según el antiguo concepto griego, significa “gobierno del pueblo” aunque sabemos que en la actualidad no alcanza con esa simple definición etimológica sino que la “Democracia” debe interpretarse como un “estilo de vida”.
La democracia “formal” se constituye con la vigencia de la Constitución, las Leyes y las Instituciones y el cumplimiento de las mismas. "Formalmente” basta, para decir que hay democracia, que se cumpla con la realización de elecciones, la periodicidad de los mandatos, la responsabilidad (en el sentido jurídico) de los funcionarios, etc. Pero ya no nos cabe duda que la democracia “sustancial” requiere mucho más que ello, requiere que este “estilo de vida” brinde, además, soluciones y sea canalizador del cumplimiento de las aspiraciones de los ciudadanos, sea la forma en la cual, claramente, se mejore la calidad de la vida de la gente.
La política, como actividad humana y en el contexto general -no estoy hablando de partidismo sino de política en su correcta definición-, es sin dudas una de las más nobles tareas que se puede llevar adelante porque su buen ejercicio -no hablo de su distorsión, léase bien- implica una vocación de servicio hacia los otros que, nuevamente, tiene por fin el mejoramiento de la calidad de vida de todos y la posibilidad de, en conjunto, aspirar al cumplimiento de las aspiraciones propias y colectivas.
Todo lo dicho es muy importante y todos, absolutamente todos, tenemos derecho de exigir que se cumpla y algunos, los que tenemos responsabilidades en la función pública, tenemos obligación -cada uno desde el lugar que ocupa- de hacer lo mejor con honestidad y transparencia para que esas aspiraciones se logren.
Pero el pueblo en general, aquellos ciudadanos que no poseen responsabilidad de función pública también tienen una clara responsabilidad que también se debe cumplir para que esas aspiraciones de vivir una vida mejor se logren, esa obligación es participar.
Lamento mucho cuando escucho a amigos o simples conocidos dudar sobre ir a votar o no o cuando recién piensan en que hay elecciones tres días antes y terminan eligiendo sin mucho pensar e influidos por otras personas o por el mero marketing.
Los ciudadanos “todos” tenemos responsabilidades, algunos en un momento puntual de nuestras vidas puede que tengamos responsabilidad por ejercer una función pública pero “todos” y lo ratifico “absolutamente todos” tenemos el deber, la obligación, de actuar como buenos ciudadanos, interesarnos por “el manejo de la cosa pública” o sea por la “política” y, llegado el momento actuar, elegir, con responsabilidad, con conocimiento, con honestidad.
En esta elección, por primera vez en mi vida, me ha tocado la responsabilidad adicional de ser Presidente de Mesa, lo que implica, en esta circunstancia una triple responsabilidad: actuar correctamente como ciudadano, actuar más correctamente como funcionario y actuar aún todavía más correctamente como autoridad del comicio.
Algún conocido me planteó si estaba habilitado para ser Presidente de Mesa siendo funcionario a lo que respondí lo que dice claramente la ley electoral que, en su art. 75 inc b dice que es motivo de excusación “...desempeñar funciones de organización y/o dirección de un partido político y/o ser candidato...” y yo, no estoy en ninguna de esas condiciones, es más, ni siquiera estoy afiliado a ningún partido político.
Esta situación me hizo reflexionar una vez más sobre la responsabilidad de votar y, como alguna vez escuché, que es la ocasión en que “todos” tenemos “el poder por un día”.
Y así como “todos” somos muy exigentes con quienes tienen “el poder” generalmente, tenemos que saber que “todos” tenemos la responsabilidad y la obligación de no sólo “ejercer” sino también de “respetar y cumplir adecuadamente” ese “poder por un día” que tenemos.
Vecinos, seamos lo suficientemente responsables, adultos y “no chantas” de concurrir a votar, hacerlo correctamente en lo formal, velar por la transparencia del comicio (y no engancharse en supuestos fraudes como justificación de derrotas) y, sobre todo, hacerlo correctamente desde lo sustancial, o sea con conocimiento y decisión basada en la participación conciente y previa y no decidir de última sin análisis. Lo que decidimos cuando tenemos “el poder por un día” necesariamente nos influye en los dos años siguientes, hasta que tengamos de nuevo “el poder por un día”.
Dr. Mauricio Bernardo Bianchi

mauriciobianchi@eldistrito.com.ar

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